Sunday, March 18, 2007

El folleto


De las pocas cosas que saque de provecho del dichoso transporte este...



Va uno de camino a alguna parte y sube a Transmilenio. El vecino de silla lee detenidamente un papelito cuya información habla sobre una nueva construcción residencial próxima a abrir. Se puede visitar el apartamento modelo y ofrece excelentes planes de financiación. El vecino de silla termina de leer el folletito y lo deja doblado en cuatro pliegues en el respaldo de la silla de enfrente.

El vecino de silla cede su lugar a un hombre cargado de paquetes y su mujer. El hombre se percata del papelito, lo saca y lo desdobla. Lo lee y lo enseña a su mujer y ella comienza a hablarle sobre los pisos en cerámica con los que sueña y los guarda-escoba que les hacen juego y el total de lo que suma todo esto y el hombre no le responde porque esta absorto haciendo la cuenta de cuanto más tendrá que trabajar para pagar por el bienestar de su matrimonio. La mujer dobla el papelito con rabia resignada porque sabe que el lugar feliz que sueña ya esta en construcción en un sitio más alejado del trabajo, sin tantas zonas verdes y sin vecinos tan amables como los que se ven en el folletín.

El bus hace otra parada y sube una pareja joven. Nuevamente el papelito esta doblado en el respaldar de la silla y la esposa lo ve: es imposible resistir la leyenda “Apartamentos Nuevos” que se alcanza a leer en el doblez. Ella lee con ilusión la dirección de la urbanización, los metros cuadrados por apartamento e imagina el tamaño de la sala-comedor y como será la pequeña cocina integral donde preparará las coladas del bebé que quiere y no puede encargar. Le muestra a su marido el número de habitaciones y el valor de la cuota inicial y le pregunta cuando lo pueden ir a ver. Él, estadista de profesión, comienza a calcular el monto de las cuotas y el valor de los intereses sobre el préstamo que van a solicitar. Las visiones de los niños corriendo por los cuartos y los domingos sin suegros que lo hagan madrugar a misa le hacen ilusión inmensa y le promete a la esposa que irán la próxima semana, no sin antes secársele la boca al pensar en el dinero. Ella le sonríe y la besa y la zozobra y el miedo pasan, aunque dejan una sensación de zozobra en el estomago. Y luego de ver este carrusel de ilusiones y esperanzas llega el bus al paradero de destino y uno llega al final de otro de sus tantos viajes.

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